La clase media actual nada tiene que ver con la de finales del siglo XX
La clase media es como el baúl de la salvaguarda. Pero, si nos adentramos en la profundidad del concepto de clase media, como muchos estudios lo demuestran, una parte de ésta no puede permitirse disfrutar de unas vacaciones al año. Y entonces uno se pregunta, ¿Cómo puede ser? ¿De verdad estamos hablando de la clase media?
Y la respuesta radica en que, según la OCDE, la “clase media” la forman todos aquellos hogares que ingresan entre el 75% y el 200% del salario medio de un estado. Es decir, en el estado español todos los hogares que se mueven en la horquilla de ingresos que va de los 11.400€ a los 30.400€ anuales.
Y yo me pregunto, ¿Podemos estar hablando de un mismo estrato de riqueza poblacional los que se hayan en la parte baja de estas rentas y los que se sitúan en la parte alta? Evidentemente, no. La clase media actual, de la tecnología, nada tiene que ver con la de las décadas setenta y ochenta, e incluso noventa, del siglo pasado.
¿Qué ha cambiado? Pues que el coste de partes esenciales del estilo de vida de la clase media, muy diferentes a décadas anteriores, a aumentado mucho más que sus ingresos, sobretodo después de la crisis de 2008.
Las políticas públicas, en definitiva, se mueven por criterios económicos y macroeconómicos y aquí radica uno de los posibles grandes problemas. Se han de formular políticas públicas más equitativas e igualitarias para generar oportunidades para todos y todas, sobretodo para los que intentan vivir en la parte baja de las rentas de este estrato social.
Mientras que los integrantes de la clase media se vean desprotegidos por parte de las instituciones, abonados a un segundo plano por parte del sistema o bien imposibilitados de las necesidades básicas como proyecto de vida, éstos se arroparán en el proteccionismo para no perder lo poco que tienen o bien en el populismo como forma de protesta y actitud.
Seguramente, ha llegado el momento de actualizar los patrones de actuación que se definieron en la década de los ochenta para poder comenzar a establecer política públicas reales y efectivas que mitiguen los efectos salvajes de una economía que salvaguarda a unos pocos, a las élites, frente a la ciudadanía que necesita, con urgencia, un nuevo modelo que ofrezca aquellas garantías vitales que hace ya unos años que han caducado.
* los gráficos dinámicos que se muestran en este artículo han sido extraídos de eldiario.es
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