
El win-win de la mediocridad
Todos caminamos hacia el anonimato, solo que los mediocres llegan un poco antesBorges
¡En una sociedad de blanco o negro, sin matices, la mediocridad gana, el talento pierde!
¡En una sociedad en la cual las personas pierden la empatía, la mediocridad gana, el talento pierde!
¡En una sociedad en que los relatos se ofrecen como verdades absolutas, la mediocridad gana, el talento pierde!
¡Una sociedad que glorifica la “dictadura” de Twitter empodera la mediocridad, el talento pierde!
¡En una sociedad en que la mediocridad se empodera como poder transversal, el talento pierde adeptos!
Cuando la mediocridad gana, cualquier relato suena bien, encorsetan y apartan el talento para su NO progreso, se genera así una sociedad que abraza los relatos que permiten empoderarse, a los mediocres, de su razón absoluta.
La victoria de la mediocridad comporta la entronación de valores superficiales, materialistas e hiperpersonalistas. Por el contrario, se van perdiendo los valores que impregnan sociedades de talento.
Con este arquetipo de sociedad nos alejamos del talento. Los liderazgos de esta sociedad emergen de decisiones construidas en la mediocridad, alejadas del talento. Las decisiones, de estos liderazgos, se originan en los focos de la victoria que lidera esa sociedad. Las consecuencias en el futuro, pues, son imprevisibles.
El lector, haciendo un ejercicio de sentido común, se puede preguntar ¿Y porqué el talento no gana a la mediocridad? El talento no hace postureo, el talento es empático, el talento se solidifica en criterios académicos, científicos, empíricos e innovadores con argumentaciones que van mucho más allá de lo que cabe en 140 caracteres. El talento invierte su tiempo, no lo pierde en una sociedad de postureo y mediocre. Sucede, entonces, que la mediocridad desdibuja a aquellas personas que amenazan su reinado.
Pero, y aquí el “win-win”, ¿cómo sabemos qué o quiénes forman parte de la mediocridad y qué o quiénes forman parte del talento? ¿Cómo podemos llegar a diferenciar tal situación, sí como he mencionado anteriormente, estamos empoderados de nuestro relato como verdad absoluta y liderados por la mediocridad?
Miguel Ángel Furones, en un su artículo titulado “¿por qué triunfan los mediocres?”, en mi opinión acertadamente, traslada el presente de los mediocres a comportamientos que van más allá “su labor no consiste tanto en prosperar como en evitar que otros prosperen. Una estrategia que le puede permitir incluso llegar a algún puesto de responsabilidad. Y una vez en el mismo, todo le resultará más fácil. Ya solo tiene crear un equipo formado por personas que jamás le hagan sombra”.
Y después de la gestión de su presente, yace la herencia que hace frente de manera obsesiva, y más perjudicial si cabe, “Esta obsesión puede alcanzar tal nivel de vileza que, en algunos casos, cuando dejan su puesto y eligen a un sucesor, aterrados ante la idea de que su mediocridad pueda quedar desenmascarada ante los aciertos del mismo, suelen nombrar a alguien más mediocre todavía”.
Y por contradictorio que parezca, es y será el talento (skills), en sociedades avanzadas y líderes, quién lidera y liderará proyectos diferenciadores, innovadores y ganadores.
¡Reivindico ir más allá del ruido que nos rodea! profundicemos en aquel silencio que habla, y ejemplifica con sus logros la coherencia de sus palabras. O de otra manera, la prueba de hechos.