Objetivo: las personas
Después de la dramática experiencia que habremos vivido, de no poder despedir a nuestros familiares y seres queridos, de constatar que la austeridad ejecutada en modo recortes al sistema de salud fue poco menos que destrozarlo, y de sufrir las consecuencias de una nefasta gestión de la crisis sanitaria, ahora y como efecto colateral de la COVID-19 llega una enorme crisis económica.
Delante de esta hecatombe económica, hago un ruego a las instituciones y administraciones locales, autonómicas y al Estado: que el primer objetivo sean las personas, es más necesario que nunca humanizar la decisión pública; el segundo objetivo es la reforma del sistema público, económico y productivo. Respecto a la Unión Europea ya lo había escrito, una Europa de Estados-Nación radicalizada en la ideología de posguerra (2a. Guerra mundial) está determinada al fracaso, y así ha sido.
Cuando la COVID-19 no sea protagonista, con una perspectiva más alejada del sentimiento y del sufrimiento, nos daremos cuenta de que la crisis financiera global de 2008 no sirvió para mejorar un sistema que era dependiente y cojo, un sistema rígido, lento, burócrata, pasivo y lesivo para una sociedad que pedía igualdad, equidad, aceleración, eficacia, eficiencia, justicia, transparencia, oportunidades y progreso. Ahora ya solo sobrevive un populismo, de extrema derecha, si de esta resulta ser ganador la democracia caerá. Vivimos un momento trascendental en la historia del mundo, de este momento y de lo que hagamos se escribirá en los libros de historia, seamos exigentes, críticos, valientes y constructivos.